En 1993 el genial actor americano Bill Murray protagonizo la película “Atrapado en el tiempo” (Groundhog Day), que popularizo en España una de
esas tradiciones americanas difíciles de entender fuera de ese país, el “Día de
la Marmota” que se celebra cada 2 de febrero en el pueblo de Punxsutawney. En
la película el protagonista Phil Connors (Bill Murray) revive día tras día el
mismo día, el Día de la Marmota.
Nosotros tenemos en Canarias
nuestro particular “día de la marmota”,
y no es otro que la recurrente llamada por parte de algunos partidos políticos
a implantar un nuevo impuesto al turismo. Cada año, al menos en una o dos
ocasiones, y desde hace ya unos cuantos, algunos se empeñan en querer que el
turismo cubra las necesidades o carencias de otros sectores. Se le ha llamado
ecotasa, pero ahora se le quiere denominar tasa “ecocultural”, ¿lo siguiente
que será? Para empezar no se trata de una tasa, sino de un impuesto puro y duro
al motor de la economía que ya de por si aporta muchísimo a nuestra comunidad.
Por si alguien, “a estas alturas
de la película” no lo sabe todavía, el turismo recauda el 32,1% de todos los
impuestos en Canarias, y eso es la nada despreciable cifra de 1.931 millones de
euros, según el último informe IMPACTUR Canarias 2105. En el mismo informe se
confirma la pujanza del sector que aporta el 31,9% del PIB (solo 13.480
millones de euros) y el 37,6% del empleo total, 294.896 puestos de trabajo. Aun
con estas cifras algunos consideran que el turismo no genera suficiente en
Canarias y que por ese motivo le tienen que poner una tasa/impuesto más.
A mí siempre me gusta poner
ejemplos, para explicar las cosas, y que todos lo puedan entender, pero sobre
todo los que no manejan habitualmente estos datos. Cuando se habla de tasa de
turismo siempre sale el caso de Cataluña que la ha implantado y que según las
mismas voces no ha implicado una reducción del turismo en esa comunidad. El
dato es que Cataluña recaudo, en 2015, 43,5 millones de euros por este
concepto. Pero más de la mitad, 23 millones de euros, lo fueron en Barcelona y
su zona de influencia, y es que no es lo mismo un destino de sol y playa que
uno urbano. Por cierto, que los mismo que ponen este caso como ejemplo se
olvidan del daño que causo la ecotasa a Baleares, donde parece que se están
planteando retomarla. Ellos sabrán.
Lo extraño es que por un lado se
pide que se rebajen las tasas aeroportuarias con el fin de incrementar la conectividad
y la competitividad del destino, y por otro se quiere cargar al turista con un
impuesto por el mero hecho de elegir un destino. ¿Alguien puede explicármelo?
Si todavía fuese por un servicio concreto que lo justificases, como el acceso a
un paraje natural, como la Isla de Lobos, o un parque nacional para colaborar
con su sostenimiento pocas serían las objeciones que nadie pondría. Pero porque
sí, no lo entiendo. Este tipo de medidas lo que ponen de manifiesto es la falta
de capacidad de gestionar eficientemente los recursos que se disponen y
priorizar las actuaciones realmente importantes frente al despilfarro y al uso de
los medios disponible siguiendo criterios digamos “no útiles”.
En el Parlamento de Canarias se
volvió hablar hace unos días de las tasas turísticas, afortunadamente para la economía
de Canarias, y especialmente para la buena marcha del turismo, el Gobierno de
Canarias a través de su Consejera de Turismo, María Teresa Lorenzo dijo
claramente que medidas de este tipo no se contemplan por parte del Ejecutivo.
Lo mismo defendió el anterior Gobierno en un contexto presupuestario mucho más
complicado que el actual, pero tenía claro que medidas de este tipo no solo no
fomentan la mejora de la competitividad, sino que son contraproducentes. Como
ha repetido en varias ocasiones el presidente de ASHOTEL, Jorge Marichal, “una
tasa turística hace antipático a un destino”, ¿tenemos necesidad de eso en
Canarias?
Para que todos seamos
conscientes, la situación que vive el sector es puntual, coyuntural, o cíclica.
El cierre, o casi, de alguno de nuestros competidores ha traído por un lado un
incremento en las ocupaciones y por otro un aumento, por el incremento de la
demanda, en los precios. Ya se empiezan a ver algunas señales por parte de
algunos operadores de intentar volver a algunos destinos, más baratos, y donde
su rentabilidad es mayor. Mientras aquí algunos creen que esto es para toda la
vida y que se haga lo que se haga el turismo debe seguir viniendo y
contribuyendo aún más de lo que ya hace.
Yo tengo el máximo respeto por
todos aquellos que defienden la implantación de las tasas turísticas, pero
desde luego no puedo compartirlo. Creo más sensato empezar por exigir un control
del gasto más eficiente, porque desde luego recursos existen, es cuestión de
priorizar. En la película, el protagonista se da cuenta al final de que estaba
haciendo mal y que le hacía volver una y otra vez al mismo día. Yo espero,
igual que en la película, que algunos recapaciten y no se queden “atrapados en
el tiempo”.
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