Poco a poco se van conociendo los datos de llegada de turistas a nuestro
país este pasado verano. No hacía casi falta conocerlos salvo por aquello de
confirmar si llegamos a nuevos records o no. El sector ya contaba con ellos,
las previsiones lo adivinaban desde hacía meses. El turismo va muy bien y
seguirá así casi con toda seguridad dos o tres años más.
El turismo sigue en su nube, en ese momento dulce, todo son datos positivos, no vemos nubarrones,
de momento, en el horizonte. Salvando las distancias y las comparaciones me
recuerda a la frase que pronunciaba el actor Sean Connery en la película “La caza
del Octubre Rojo” cuando decía aquello de “navegamos
hacia la historia”.
Hoy por hoy ningún sector en nuestro país está dando tantas buenas noticias
como el turismo, y eso se nota cuando se abren los telediarios o los programas
de radio, o los digitales con estas nuevas cifras de éxito para una industria
que sigue su curso al margen de los vaivenes políticos que estamos viviendo en
nuestro país, afortunadamente.
Y es que el turismo no es especialmente interesante, en general, para las
distintas administraciones más allá de poder atribuirse la buena marcha de esta
industria. Creo que es un error pensar que la acción que se pueda hacer desde
una administración, la que sea y del ámbito que sea, es el único elemento que
favorece o consigue el objetivo buscado, como a veces se escucha de algunos responsables
políticos.
A lo largo de mi carrera profesional muchas veces me han preguntado, tanto
en el ámbito público como en el privado, sobre este particular. ¿el éxito en
este o aquel mercado turístico depende de las acciones que uno pueda tomar en
un momento? Mi respuesta ha sido siempre la misma, no. La marcha, la buena
marcha del turismo no depende solo de tocar una tecla de un imaginario piano,
es el conjunto de muchas teclas que hacen la melodía del éxito y donde nadie es
imprescindible pero todos somos necesarios.
El sector turístico siempre ha sido el hermano pobre a la hora de los
presupuestos publicos, no hacen falta recursos, no hace falta inversión pública,
no hace falta nada… funciona solo y muy bien que lo hace por cierto. Pero esto
que es en mi opinión verdad, no deja de estar cojo si las normativas o la
legislación no va acorde con los momentos, o si quien tiene que invertir en los
espacios públicos para colaborar en el empuje del sector no lo hace, por
ejemplo. Por eso llegado a estas alturas del año, cuando entramos en el periodo
de los presupuestos de las administraciones públicas es cuando se tienen que
retratar y darle al turismo un poquito de amor verdadero para que siga siendo
la locomotora que es en nuestro país y
en muchas comunidades autónomas. Vaya por delante que no tengo muchas
esperanzas de que asi sea, pero por decirlo que no quede y la esperanza es lo último
que se pierde.
Puede parecer que hoy me he levantado muy negativo, cosa que no es cierta,
pero a veces la realidad es tozuda y no te deja margen a la improvisación. En
honor a la verdad, ni todo es tan negro ni todo tiene que ser tan blanco.
Siempre encuentras en este o aquel sitio, en este o aquel puesto, gente muy
involucrada que empuja como el que más con los medios que tiene a su
disposición.
El turismo no depende de uno solo factor, depende de las acciones de todos,
y la acción de uno es importante en tanto en cuanto se suma a la de otros
muchos.
“La
muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por
consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por
ti”. John Donne.